Amigos este blog se ha creado con el fin de mostrar mis trabajos fotograficos y al mismo tiempo compartir todas mis fotografias paisajistas, de ámbito cultural y turistico de la zona sur del pais. Demas esta decirles que sus comentarios y aportes a este blog seran muy bien recibidos al igual que el material que quieran enviar. Desde ya agradezco que se interesen y ojala les guste. Un cariñoso saludo Jose Luis
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lunes, 21 de mayo de 2012
PUNTA DE RIELES, VECINO DE CHUQUI
Punta de Rieles era un caserío incrustado al interior del cerro de Chuquicamata. Nació con y junto al ferrocarril. En efecto, en 1886 el tren llegó cerca de Calama y allí quedaron los rieles en forma de puntas. De ahí nació su nombre.
Tuvo una población propia que no alcanzaba los dos mil habitantes y otra flotante que a veces superaba las 10 mil personas. La explicación es sencilla: allí existía un abundante comercio de provisiones, licores y además venta de cariño y amor.
Sólo contaba con cuatro calles, Uribe, Balmaceda, Aníbal Pinto y Barros Arana. Las viviendas, si pueden llamarse así, eran casas de calaminas y maderas usadas. Daban un aspecto de miseria que contrarrestaba con la opulencia de algunos comerciantes que vivían allí.
El ferrocarril facilitó la explotación del cobre. El cerro se llenó de pequeños mineros, pirquineros y trabajadores que se instalaban con la esperanza que la fortuna les sonriera. Pero también llegaron los inversionistas yanquis. La poderosa familia Guggenheim se interesó en construir un gran proyecto. En sus manos estaba el dinero, la tecnología y la ambición por aumentar sus riquezas.
Entonces Punta de Rieles tomó mayor importancia. Como la Compañía no tenía todas las habitaciones para sus trabajadores, muchos de los que llegaban establecían la residencia en Punta de Rieles. Chuquicamata estaba a 4 kilómetros de distancia. Las carretelas, tiradas por mulares se encargaban del transporte, pero sólo cuando se habían vendido todos los pasajes. A pesar del clima, muchos viajaban a pie. La recomendación era “no viajes cuando el sol se pone, porque entonces el camino se puebla de bandidos que asesinan por unos pícaros pesos”.
Hasta ese momento la empresa minera y Punta de Rieles habían convivido en armonía. Luego se iniciaría el conflicto.
LA GUERRA A MUERTE
La Compañía comenzó a mirar con recelo a Punta de Rieles. Por una parte, su comercio competía con las pulperías de la empresa, que no sólo vendían provisiones, sino también licores. Sin embargo el argumento que esgrimía era distinto: Punta de Rieles consumía el salario de sus empleados porque no sólo les ofrecían mercaderías a precios más convenientes, sino también la tentación del amor que no se regala.
Además, el caserío era el centro de la actividad de los partidos que provocaban conflictos a la empresa. Funcionaban las seccionales socialistas y las concentraciones con la presencia de Luis Emilio Recabarren eran pan de todos los días.
Algunas mineras importantes y poderosa de la zona como ANACONDA, compañía que explotaba el mineral de Chuquicamata, tenía una característica especial y es que pagaba con dinero a los trabajadores y no con fichas como en las oficinas salitreras.
En el interior del mineral la ANACONDA imponía sus propias reglas y normas represivas, contaba con su propia policía y un rígido sistema de castigo, incluyendo la tortura.
La Chilex Exploration y sus aliados comenzaron la guerra. El municipio ordenó demoler casas en Punta de Rieles por antihigiénicas. Paralelamente caducaron todas las patentes de venta de alcohol. Luego vino la acción de la policía: apareció “El Ajicito”. Así llamaron al policía Enrique Maturana Díaz, que organizó una Guardia especial de la Chilex. Montado en su caballo, con la carabina terciada en la espalda, el sable colgando de su cintura y la lanza en la diestra, fue la figura más temida del pueblo.
Finalmente, la empresa inició la compra de los negocios para echar a sus dueños y cuando este sistema no fue eficaz, los ripios comenzaron a caer sobre el pueblo.
Sin embargo el croata Simón Ivanovic, resistió las presiones hasta 1936. Llamado por la policía para que abandonara el pueblo, se negó. Luego la Chilex le ofreció comprar el negocio. El respondió: es mi tierra”. Al otro día un funcionario de la empresa y tres camionetas, se detuvieron en la casa de Ivanovic. Intentaron destruirla con los vehículos pero fue en vano. Fue una carga de dinamita la que se encargó de borrar hasta el último vestigio de lo que fue la vivienda. La explosión hizo temblar la tierra y la casa saltó en mil pedazos. Los vehículos se encargaron de esparcir los restos por el desierto. Así terminó la agonía de Punta de Rieles. .
Asi la historia de un poblado que parecia ser el Sodoma y Gomorra de su epoca y que solo se ve el gran cerro de escombros y tierra que lo tapan y sepultan.
Aca ay otros recuerdos fotograficos del gran Chuquicamata que en su momento fue una gran ciudad.
Esta fotografia muestra a chuquicamata por los años 30 o 40 cuando cayo nieve en el campamento, una de las tantas veces que nevo en esta zona.
La parroquia El Salvador recien construida, en la cual el padre Gustavo Le Peige fue el primer sacerdote enhacer misa por varios años aca en Chuquicamata.
Esta pala recolectora ya mas moderna pues, tenia sus orugas propias y podia recorrer el camino con mas facilidad que las primeras que tuvo el campamento minero puesto que las primeras se transportavan por medio de rieles y no tenian tanto acceso a todos los lugares.
Trabajadores en la instalacion de rieles.
Otras fotografias son de un boleta de pulperia del año 80 y un reglamento interno que usaban los trabajadores de Chuquicamata.
Nuestros agradecimientos a un gran amigo y colaborador Jonathan Aguilera Plaza quien desinteresadamente presto parte de estas fotografias y articulos antiguos de su coleccion particular. Coleccionista autodidacta oriundo de Calama, muchas gracias.
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Gracias al amigo Jonathan por los recuerdos porque son invaluables. Soy un escritor que está trabajando en un proyecto relacionado con Punta de Rieles y estos antecedentes son los más apropiados que encontré. Gracias.
ResponderEliminarCarlos Mella L.